…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

sábado, 13 de julio de 2013

Vuelve

El verano ha dilatado las puertas y gimen por tu ausencia.
Me dijeron que esta tierra era del viento, pero sobre el mar hay
la calma de los funerales anunciados y me ahogo.
Qué estarás haciendo ahora, la noche se alarga en minutos digitales
y respiro este silencio tan solemne con que habitaba bosques,
rellanos, butacas de cine y otros lugares casuales,
rendido a la ferocidad de tu lengua desatada y guerrillera en mi boca.
Así es, en este tiempo de revoluciones en las plazas y despedidas
sin billete de vuelta, de mentiras en pantallas de plasma y ángeles caídos
desde la cornisa desahuciada de la desesperación, yo te amo.
Es urgente tu regreso, suicidar el inventario gris de una casa cerrada
demasiado tiempo y acostumbrarnos a ser libres desde nuestra piel,
porque este continente en miniatura es un desierto desde que no estás,
y no puedo leerte mis libros favoritos mientras haces que duermes
ni preparar un desayuno para dos que detenga el sol en la mañana.
Vuelve, y di que no te has ido.

martes, 28 de mayo de 2013

Funambulista

A veces imagino que te quedarás conmigo,
y eres un instante de todas las cosas que me rodean,
el olor último en mi almohada, los poemas que nunca
ganarán concursos y sin embargo descerrajan tu corazón,
las manos furtivas en un rellano, la lluvia imperceptible adentrándose
en la tierra, algunos de mis miedos.
A distancia me siento a tu lado, como cada tarde en un parque
de cemento de 5 a 6, mientras te preguntas por qué estás sola
y si nunca se acaban los naufragios a esta orilla del mar,
cuando al otro lado de la costa, donde miran tus ojos,
ningún barco te espera para detener el tiempo.
Esto es la vida, te digo, vengo de sus entrañas
y allí no queda nada sino tu fantasma y el umbral de cenizas
apagándose. Y es entonces tu abrazo sin memoria, estremecido,
de proporciones monstruosas, todos mis sentidos.
Como un funambulista entre dos mundos, sin vértigo,
salto al vacío y elijo tu frontera. 

jueves, 25 de abril de 2013

Fotografías



Miro fotografías habitadas por un cuerpo que se me parece
y un silencio de años me responde, texturas en blanco y negro
de otras soledades. Recuerdo que tenía el alma desenfocada de la juventud
y las cuencas de los ojos llenas de chispas, que regalaba canciones
a mujeres sin futuro y me sentaba con los mendigos en los parques.
Cada imagen me devuelve una causa perdida. Tiempos de lluvia,
gabardina, sudor y heridas en la madrugada. Me dejaba la vida
en cada abrazo y siempre regresaba a los abismos en el último tren
nocturno, rehén de la periferia de una ciudad canalla.
Sucedió lo inevitable, los rostros se desdibujaron en simples nombres,
después sonó el blues de las despedidas en su versión más lenta
y dolorosa. Y la vida trazó los planes que quiso, reinventando paisajes,
océanos y aeropuertos. Llegaron eclipses, extinciones del planeta
y otros vientos señalaron hacia un rumbo de sal y calima africana.
Y aquí estoy, columpiándome en los asideros de la noche,
de excursión lunática en la plenitud satelital. Licántropo de una piel
que desvela lentamente sus secretos. Instintivo y olfateador.
Un archipiélago he descubierto en las comisuras del mañana
y me aferro a la conjunción de los astros, a la Era de Acuario y a toda fe
que sea necesaria para retener en nuevas fotos los colores que no dejan
escalofríos ni rastros de locura. No caben intrusos en este mundo,
sólo tú lo sabes cuando me ves dormir y te digo que te nombro
hasta en sueños y que lo quiero todo, incluso el porvenir.

Y ahora dime, ¿seguirán siendo estas manos la poesía sin escarcha,
las ganas renovadas y perpetuas de ti, el beso incontestable?

martes, 2 de abril de 2013

Apagaste la luz


Apagaste la luz y quedamos en atisbos de deseo.
La cremallera de tu vestido fue un dulce y breve dilema
en mis manos. Descubrí entonces tejidos y piel
que sólo existían en mi imaginación.
La imagen reflejada en el espejo también me abarcaba
a mí, sobrevolando tus senos en silencio. Era real.
Te volviste y tu cuerpo me pareció una extensión
al tacto del perfume más exótico. No dijimos nada,
nuestros ojos se buscaron hasta dar con los labios.
Y te amé con el resto de mi vida, dejando atrás
despiadadas ruinas de un trayecto de dolor.
Después, en la exhausta intemperie del desnudo,
la noche se transformó en vigilia y seda.
Apagaste la luz y cerré una puerta contigo dentro
que nunca volvería a abrir.

jueves, 28 de marzo de 2013

Abrazo


Primavera en tu piel y cerco de besos en las horas 
sin sueño, me convierto a la fe ciega
de los que son felices en secreto,
posados labios en las comisuras de la perfección.
Deberías ser un icono publicitario, cien mil
almas que nos salven o el amor de los cuentos,
para que no dejes de mirarme y me recuerdes
temblando ante la gravedad de tus caderas,
y nunca tenga que escribir que te tuve
en ninguna forma pretérita o imperfecta.
Petrificar entonces tu sonrisa, y ser sólo tuyo
hasta los ochenta años, edad en que suelen
morir los poetas que gastaron su fuerza
en la búsqueda de la palabra absoluta,
cuando las cosas eran más sencillas, tan fácil como decir,
una mujer siempre regresa y yo la espero en su puerta,
y toda la verdad del mundo se resume en la curvatura
de su espalda a merced de mi abrazo.  

lunes, 11 de marzo de 2013

Razones


A veces, sitiado en la rutina y el desorden
de la distancia, inesperadamente revive el ímpetu
de tu beso en un malecón, cocina o garaje,
o me veo arrinconado contra la pared
por tu cuerpo desatado, y comprendo
que la vida sobreviene cuando nada esperas,
y hasta el filo de un papel puede provocar la herida
más profunda, un disparo a quemarropa en la sien
de los amantes, y de vuelta a la madrugada
que me deja sin sueños.
Di las palabras que me salvan, anuncia tu llegada
con ruido de tacones y miradas encendidas,
sé el boceto de mis dedos fértiles en una
penumbra perfecta.
Todas las razones caben en una sola:
nunca el invierno dejó tanto calor al amparo
de manos sobre piel, o la oscuridad fue
una excusa perfecta para habitar el deseo
en tu boca. 

jueves, 28 de febrero de 2013

Ola de frío


Nieva en la ciudad que aún no te he mostrado 
y las alcantarillas hierven de tristeza.
Hay inviernos que se nutren de abrazos necesarios,
anticipan el temblor de los amantes
entre adoquines viejos, desahucios y miseria.
Es extrañamente hermosa esta forma decadente
de supervivencia, cosmopolita redención de viajeros
suburbanos en busca de miradas desconocidas,
corazones en alerta para suavizar el peso de los días
que acaban siempre en lunes, deseo latente
de una huida que termina inevitablemente en ti.
Volveré a esas calles de tu mano, sin odio, anunciando
la patria nueva que me has revelado desde tu cuerpo,
y vagar sin rumbo ya no será un fenómeno inexplicable
de tiempos pasados, sino esperada absolución
para los años terribles de frío, nieve sucia y zapatos mojados
en andenes que no llevaban a ninguna parte.
Ven conmigo, te protegeré del viento glaciar de la vida,
es hora de encontrar sentido al camino.

martes, 19 de febrero de 2013

Será


Será que esta lluvia intermitente no ceja en su afán
de recordar que somos invierno. Será que la luz mínima
de la habitación dibuja tu sombra definida o la belleza extraña
del desorden del amor. Será que cayeron meteoritos
y yo miraba al mar de noche en un viernes de calma, mientras
otros rezaban por sus vidas. Será que temblé de frío y tristeza
ante una ventana, y nadie más que tú podía rescatarme de la pesadilla
para transformarla en sueño. Será que este día se perdió
en el espacio interminable de tu ausencia y ningún mago o profeta
te pudo traer de vuelta cuando más te necesitaba.
Será que el noticiero habló de mí como un número más
de muchos que eran hombres y ahora son fantasmas.
Será que mis manos se quedaron con el molde de tu cuerpo
y no comprenden otro tacto que no sea el tuyo. Será la muerte,
que siempre camina a mi lado, para advertir de la insignificancia
de mi nombre. Serán las despedidas sin besos en la boca, o la soledad de
una autopista de vuelta a mi casa vacía, o este pelo desordenado por el viento.
Por eso, mientras todo sucede, sólo soy lo que ves, un tipo
y sus circunstancias, a veces acorralado y herido, y en ocasiones brillante
y embaucador, que se distingue del resto de individuos
por ser el que te ama hasta donde no llegan las palabras.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Te extraño


Es más de medianoche, no comprendo dormir
sin tu cuerpo, y vuelvo a rastrear el insomnio en
espejos que devuelven lo poco que les doy.
Qué tiempo ha pasado entre nosotros,
si aún creo oler tu piel en mi almohada,
cuántas lunas heridas debo contar hasta el alba.
Bajo una luz tenue, el reloj desgrana en silencio
la infinidad de horas, todos mis pensamientos
se vierten en ti, y no sé qué océano cruzar
esta noche para que te sientas mía.
Sólo tú has besado mis ojos en su visión más triste,
conoces la frontera en que me juego la vida
y nuestras voces han hablado al abrigo de caricias.
Ha de amanecer, iré a buscarte con mi mejor sonrisa
y no te contaré sino que todo fue un mal sueño,
que alargué mi mano y era yo quien seguía
aferrado a tu cintura, extrañamente feliz.

miércoles, 30 de enero de 2013

Orilla


Quiero volver a dibujar ese momento,
la noche extendida a nuestros pies
y tus senos alzados y tersos sobre mi cuerpo
ocupándolo todo, devorando oscuridad.
Me acostumbro a este olor nuevo que dejas
en mi piel y en las cosas que amo y me poseen,
inventario de canciones, cuadernos y mañanas de sol.
He añadido a mis tesoros tu labio inferior
y esa mirada ferozmente tierna que devuelven
los espejos a tu paso, mudos y heridos
de belleza inalcanzable vislumbrada un instante.
En esta orilla desembarco al fin, sin zozobra
ni deriva, para sembrar  tu espalda de besos
y dejar libres los sentidos, abriéndome camino
en el insondable y eterno tránsito del amor.

martes, 22 de enero de 2013

Duermes


Abrazas la almohada deslizando tus sueños
en el movimiento lento de la noche,
me has sobrevolado y tienes para siempre
mi mirada de manantial inagotable.
Tantos nombres y recordar sólo el tuyo,
en días centenarios que se alargan
como el mapa de tu piel, sin edad,
sin límites, precisa y definitiva extensión
de caricias encendidas.
Un lenguaje nuevo inventamos con silencios
y ahora, emboscados de deseo,
esperamos la lluvia que nos guarde
en brazos del otro, transitando un camino
de malva amanecer.

viernes, 18 de enero de 2013

Cuatro y veintitrés, A.M.


El insomnio de las cuatro y veintitrés acerca tu piel tersa
a mis sentidos, hace frío y doy gracias a las horas
robadas de la noche en el cauce del deseo.
Una cama puede ser un continente o la patria
cuando se ama. Una barricada para dejarse la vida
a besos, el festín de los amantes.
Es bueno que no estés, y aun así reconocerte
en el tiempo de caricias sobre todas las cosas,
habitando salones antes desiertos y acordes sostenidos
en este sol mayor de tu mirada.
Tendida estás amor, y eres lecho y refugio
en el sueño que por fin me acoge. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

Vientre


Tu vientre puede ser mi hogar, en él adivino el futuro
del tiempo, cuando coges mis manos y las dejas en el centro
de tu piel, posadas y tibias como un deseo alargado
en hondas madrugadas sin tu cuerpo.
Entonces mis palabras se hacen pequeñas y la voz
única es el bramido del mar de tu niñez,
un instante de vértigo y ya puedo mirarte fijamente
sin sentir extraño el áspero zarpazo del amor.
Te has convertido en mi trinchera, desapercibida
la luz se fue apagando y permanecimos quietos
sin ser despedida. La luna cambió de perfil
y seguías a mi lado. Ahora no podré irme nunca.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Los días


Hoy es jueves y subo la pendiente de los días, con humor indefinido
voy sumando fechas a mi calendario, apremia el tiempo de balances
y hace meses que el invierno se anuncia en breves atardeceres
con sabor a salitre, fría arena y estremecimiento.
Me ofrecen lotería, yo sonrío con la suficiencia de los escépticos.
Cómo explicar que mi suerte eres tú, que compré un boleto
con tu nombre, y nos estamos jugando la eternidad en nuestros labios.
Ando en fianzas con el amor, puedo pagar en versos, te pregunto,
y tú me miras con un silencio cálido que se abraza al mío.
Qué lentos son los días en que te espero y no llegas, qué confusión
de palabras nos conduce al desvelo de los sueños.
Entre aullidos de perros y urgentes sirenas adivino otras vidas,
gente que pasa de puntillas a nuestro lado y no nos reconoce.
Pero tú y yo nos hemos visto reflejados en mareas, en miradas extensas
y en sábanas de las noches más largas. Eres mi paisaje y te amo.
Soy el hombre que aguarda la textura de tu cuerpo,
y mis ojos centellean con instinto de pantera cuando caminas.
Apostado en cualquier lugar por el que pases, sin motivo aparente
para el resto del mundo, voy a asaltar tu alma a besos,
hasta el último confín de piel y deseo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Trastienda


Voy a quedarme en la trastienda del deseo,
donde todo comienza, voy a mirar el perfil de tus pechos
discretamente, y que las voces de los otros se diluyan
en océanos que cruzaría por estar contigo.
Te voy a coger las manos mientras me sonríes,
cuidaré de tus estrellas si tú alumbras las mías.
Diciembre puede ser la antesala de una necesaria primavera,
imagina que llego por tu espalda y pierdes el sentido,
o duermes enroscada en mis más profundos sueños.
Vengo de las postrimerías de muchas ciudades,
de plazas que sostienen catedrales de silencio viejo,
y desde que te amo no he visto amanecer sino en tus ojos.
Como un beso que bordea los límites de este anhelo,
te espero en la trastienda que acogerá nuestros cuerpos.

martes, 11 de diciembre de 2012

Baila conmigo


Baila conmigo, sé mi desorden y el desvelo,
sueño posible, instinto afilado, tiempo recóndito
para abrigar tu alma rizada y suave.
Te espero felino y agazapado, viajo en trenes
que cruzan por tu noche, desarmo soledades
y soy el viento bueno que acaricia tus hombros.
Baila conmigo, mis manos de pianista pondrán la música
en tu cuerpo, leeré en tus labios las palabras que llevan
a los besos y dormirás al fin en mi abrazo de hogar.
Como un poeta humilde del portal de los escribanos,
he descubierto los gestos infinitos de la entrega
y me veo claramente amarrado a tu cintura.
Baila conmigo, seré tu Leonard Cohen en las horas lentas,
y loco y enamorado susurraré para ti los buenos versos,
“dance me to the end of love…”

domingo, 18 de noviembre de 2012

Dilema de tu nombre


Me aprendí tu cuerpo de memoria, mientras dormías,
horas lentas para conservar tu imagen, aquí un ombligo,
allá unos hombros, una cicatriz, ese lunar.
Nocturno y alevoso recorrí  tu piel, describí trayectorias
en tu vientre y un camino de regreso,
por si el amanecer traía la lluvia.
Ahora observo este lado derecho de la cama,
tan vacío y desolado,
inédito como el arma sustraída del escenario de un crimen.
Y si no fuera por la persistencia del deseo,
se diría que nunca estuviste aquí.
Te has convertido en la lentitud de las nubes,
me conmueve recordar la ternura de tu abrazo
y tus sentidos sucumbiendo al mar de caricias de mi boca.
Ese es el dilema que acompaña a tu nombre,
no se puede amar tanto un pasado entre las sombras
y aguardar recompensa por el tiempo estoico de la espera.
Un fantasma de humedad recorre este archipiélago de dudas,
y el otoño avanza hacia la nostalgia definitiva.





miércoles, 14 de noviembre de 2012

Rastros


Hay un teléfono que no sonará esta tarde,

y yo no puedo apartarme de él.

Hay un silencio póstumo, una niebla triste,

unos ojos cansados de no verte.

Hay un secreto a voces que me consume,

unas manos heridas, una ciudad muerta

y el lastre de las horas en que no estás.

Hay sombras que invitan a gloriosas disensiones

con paredes blancas. Hay resaca de recuerdos

y delirio intruso de un tiempo de estallido y final.

Hay un nombre tatuado en mis labios,

una piel no amada lo suficiente,

estrépito de una risa descompuesta y fértil.

Hay certeras palabras de deseo sepultadas

en la memoria de un ordenador.

Esta soledad a degüello, este inventario

con sabor a deserción es lo que dejaste,

mujer olvidadiza y desprendida,

y el lamento de viva voz que no se apaga.

Rastros que me cercan en cualquier rincón,

condenándome al asedio y a las cicatrices.

lunes, 5 de noviembre de 2012

El hombre quieto


Él te esperaba en la avenida que cruza con tu calle,

con su mejor traje y la sonrisa de caimán domesticado.

El cielo gris del norte y el otoño anunciaban un tiempo de lluvia,

y las caprichosas nubes deshacían los minutos, convirtiéndolos

en horas. Te esperaba, pero nunca supiste de su celo y su templanza.

Ni siquiera al marchar llegaste a ver esa figura quieta

por el retrovisor de tu coche, y él imaginó, para no sentirse solo,

que ibas a buscarle con la prisa de los jueves.

El tiempo siguió pasando, llovió, y el hombre permaneció allí,

de pie, frente a un jardín sin flores, atenazado por causa del amor

y de tu olvido. Cuando supo al fin que no volverías a mirarle,

decidió acomodarse en la alquimia del recuerdo para conjurar

la lluvia y el deseo, y a espaldas de la noche recorrió el camino

de vuelta a casa.

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 27 de octubre de 2012

Viajero


Reconozco estas calles, atisbos de felicidad antigua son la tregua
a la marejada de una ausencia interminable.
Avanza la perplejidad del otoño y me he quedado pasmado
en una mañana gris frente a tu puerta,
enumerando mil razones para conjurar el desaliento,
tu mirada anhelante e incisiva, el sexo que abrasa,
las palabras que te nombran, mi mano en tu vientre.
Demasiadas cosas se quedaron y tengo el paso lento del que vaga
buscando absolución en una mirada que significaba todo.
Ya no soy el merodeador de tu cuerpo, pero cada noche es mi abrazo
el delirio del deseo desterrado, sabiendo que me sientes.
De esta espera a perpetuidad, de esta senda soy viajero
hasta que tú digas mi nombre.

martes, 25 de septiembre de 2012

Mudanza


Despido a estas paredes que retuvieron mi corazón cansado
y vuelvo al mar, en la cresta del tiempo sereno que está por venir.
Entre cajas de cartón, libros apilados y restos de tu ausencia
la lluvia ha venido a sorprenderme, imprevista como un adiós definitivo,
necesaria en la exactitud de una mirada al infinito.
Se quedan los fantasmas, algunos fueron amable compañía
y tienen mi promesa del recuerdo permanente.
Otros, en cambio, vagarán por contornos silenciosos hasta diluirse
en su propia presunción de eternidad.
Sólo ahora tienen sentido las grietas que contemplo,
ellas sostienen nuestras propias fisuras y es preciso abrir
las ventanas, saludar a la noche y dejar que el salitre cicatrice
heridas de la piel, para que nunca haya deriva tras mi puerta
y las baldosas no retengan el rastro de pisadas que no vuelven.